¿Por qué al calor de las desgracias la gente roba más? ¿Por qué hay gente que aprovecha las catástrofes para arramplar con los supermercados, o subir el precio del pan y del agua? No dudo que tengan hambre, pero ¿hay derecho a que la gente se quede toda la noche pegadica a la puerta de su casa en ruinas, sin atreverse a dormir en un gimnasio por miedo a que les roben por la noche lo poco vivo que les queda en casa?
Y al lado de ese lumpen inmundo hay, gracias a Dios, otra mucha, muchísima gente que lleva días sin dormir organizando campamentos, acogiendo a la gente, montando hospitales de campaña y recogiendo ropa usada para aquellos que lo perdieron todo. Pero nadie los siente, porque no hacen ruido. No salen en los medios, como los ladrones. Te los encuentras entre escombros, al lado de la cama de un enfermo, o enfrente de una pizarra de colegio. Trabajan y callan. Y no esperan medallas. Por eso no se les oye.
Y entonces cuando te falla el alma al ver tanta miseria, como ahora, y te duele la condición humana y su negrura, como ahora, y ya no confías ni tienes ganas de hacer nada por tu era, como ahora, y se te rompen todos los sueños, como ahora, y te pesa el mundo, como ahora; ENTONCES, y sólo entonces es cuando hay que aferrarse a esos santos escondidos, a esos minihéroes cotidianos; y pensar que solo porque ellos siguen, tú también tienes que seguir. Y que solo porque trabajen empeñados enque pueden hacer de este mundo un lugar más habitable, hay que apoyar; hay que volver a creer.
Me duele Chile, y me duele todo.
Me canso de mí.
martes, 2 de marzo de 2010
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Claro que duele!
ResponderEliminarEn difícil ver lo desgraciado, perverso e inmutable que podemos llegar a ser ante el dolor de los demás. Sí duele la poca participación de los demás estados latinoamericanos, duele la falta de fraternidad. Sí.
Duele estar lejos.-
Pero reconforta esos “pequeños” PERO “grandes” esfuerzos cotidianos. Silenciosos, participativos.
Considero que HOY es un gran momento para la unión. Es una oportunidad.
Tenemos que creer en la humanidad, en la bondad, sinceridad y afecto que aparecen mágicamente en momentos como los que vive Chile.
Vamos; hay que levantarnos.