Qué cosa más absurda es el amor. Hoy, que no encontramos sentido a nada que no sea práctico o útil, amar es una auténtica pérdida de tiempo. ¿Por qué amamos? ¿Qué nos mueve a querer a alguien o a algo? ¿Por qué amamos a nuestros países, si no es práctico? ¿Qué interés tiene querer a América, si no hace nada por lo que merezca ser querida?
Ahí está: merecer. Ésa es la palabra mágica. Sólo queremos las cosas que tienen méritos suficientes para ser queridas. Ponemos nuestro corazón donde encontramos un porqué: Lo quiero porque me gusta, lo quiero porque me cuida, lo quiero porque es bonito.
En el caso del amor a la patria, al país, a la bandera, el amor o la querencia que sentimos no viene de un merecimiento. Muchas veces, el país, o lo que su gente hemos hecho de él, no tiene mérito alguno.
Quizá América sea bonita, pero no es razón suficiente para amarlo. Canadá también es bonito y yo no lo amo.
Quizá América sea grande, pero los elefantes también lo son, y no los amo.
Quizá mi país funcione mejor que el del vecino, pero no lo quiero por comparación, ya que si no tuviera vecino, también lo amaría.
¿Qué mérito tiene mi América, para que la quiera tanto? ¿Por qué uno está dispuesto a morir por algo? ¿Qué define el "para qué" de una entrega?
Es difícil querer sin que lo querido tenga un sólo mérito. Yo sólo conozco a una Persona en la historia que fue capaz de querer lo inmerecido. Hubo en efecto Alguien que me quiso aunque yo no lo merecía; quiso quererme a pesar de mi orfandad de méritos. Sin merecimiento alguno, sin razón.
Pero yo no tengo un corazón tan grande; yo necesito que lo amable se lo merezca. Mi pasión recala sólo donde encuentra algo que merezca la pena amar. Algo que tenga al menos UN mérito. Sólo así consigo querer.
Mi América tiene un solo mérito. Un mérito inútil, pero poderoso. Tan poderoso, que aun siendo pobre desde un punto de vista cósmico, hace que la quiera y la prefiera sobre todas las cosas, como se quiere y se prefiere a los amigos aun pudiendo elegir entre toda una humanidad. Y por eso quiero a América.
El mérito de mi América es que es mía.
martes, 13 de abril de 2010
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Considero que hay muchas cosas que te hacen querer un lugar. Los recuerdos, las costumbres, los sabores, olores y paisajes. Aunque influye fuertemente el sentido de pertenencia.
ResponderEliminarCreo que es el entendimiento propio a través de los “otros” (región, país, etc.) lo que en gran medida genera esa “querencia”.
Por cierto muy emotiva entrada ehh
ResponderEliminar-Gracias-
Sí, muchas cosas hacen querer a un lugar... Pero ¿te dejarías matar sólo por defender el olor y el sabor de un pintxo de lo viejo? Ehhh??
ResponderEliminarQué intenso tema,el sentido de amor por la propia tierra!! Quizá no es que América (o México para mi caso concreto) sea mía, quizá es que también yo le pertenezco. ¿Cómo no querer la tierra que me ha dado tanto, que me ha visto crecer, que entre otras cosas, ofrece motivos para seguir adelante y esforzarme por ser mejor?.
ResponderEliminarTal vez no es que merezca ser amada esa tierra, quizá sencillamente lo necesite...
Realmente muy buena tu entrada, yo estoy de acuerdo con Roberto y no es el hecho de dejarse matar por un pintxo de lo viejo, sino dejar la piel por tu tierra y los tuyos, es todo un conjunto de cosas que no pueden separarse.
ResponderEliminarNunca dejarla en la indiferencia, porque esas son las cosas que matan a América.
Gracias por tu entrada.
Si el pintxo es de foie, yo sí me lo pensaría...
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