miércoles, 7 de abril de 2010

Bolívar en Santa Martha

De todos será este presente inacabable:
escuelas, acorazados y países
ostentarán mi nombre. Las notas de mi espada
las cantarán los nuevos, y su brillo
latirá en lo más hondo de la selva.
Me tomarán en vilo para cortarme en trozos
y venderme en postales.
Me explotarán el tórax,
harán un cuestionario a mis pulmones,
medirán el color de mi infortunio.
El futuro y su homónimo, la gloria,
han de ser para mí
-o el que será para mí- tiempo presente.
Acaso un día, bajo un cielo
restirado como la sábana de Dios,
alguien llegue a la Quinta de San Pedro Alejandrino
y aspire el perfume de estos tamarindos.
El reloj detenido
tres minutos después de la primera hora,
al mundo dirá que ya estoy en los libros,
y que ya soy de todos.
Pero es asunto privado, el de morirse,
negocio entre la parca y este cuerpo
que se bate -invencible- en retirada.
Me acompañarán, acaso, mis despojos,
este Simón Bolívar que estoy siendo,
que será de los otros, pero ya nunca mío.

Vicente QUIRARTE

1 comentario:

  1. Muchas cosas se fueron, Bolívar…


    Muchas cosas se fueron, Bolívar.
    Muchas cosas tuyas están dormidas o muertas.
    General, en las dolientes provincias de tu sombra,
    las cosas se han ido marchitando. Cayeron.

    Hombres, mujeres, naciones,
    se han agachado, se oscurecen, se pudren.
    Algo tuyo, sí, permanece. Tu nombre.

    Desde nuestra noche te llamamos a veces.
    Desde los cuerpos ahuecados;
    desde las cadenas que nos hemos ido poniendo;
    desde lo profundo y amargo
    que ha caído en nosotros, Libertador, te llamamos.

    ¿En dónde están tus amores, Bolívar?
    ¿Tus fiestas, tus hermosas amantes?
    Menos que niebla son; menos que cenizas y viento.

    Tus amigos, tus hermanos
    se quedaron solos, sin ti. Se escondieron.
    Mientras los que fueron para tu vida enemigos
    engendraban hijos y nietos y bisnietos voraces.

    Tus naciones, ¿qué se hicieron, Bolívar?
    ¿En dónde las victorias, los laureles,
    las bellas espadas?
    Hoy por todas partes, hirviendo,
    suben el llanto arrancado, las llagas,
    el robo, las injurias, la bestia.

    Perú, Colombia, Venezuela, Bolivia, Ecuador;
    la América que nuestra nombramos.

    ¿Y esta basura quedó de tu vida; esto sólo?
    ¿Esto, de tu pasión y tu muerte?

    Hoy tiranuelos imperceptibles,
    mercaderes sombríos;
    hoy, abogados sin leyes;
    agujeros condecorados,
    verdugos con antifaz y medallas,
    ocupan el sitio que tus brazos abrieron.

    Allí las uñas ejercitan, los dientes,
    y venden y matan, sin avergonzarse siquiera
    de invocar tu memoria.

    Nos valga tu sangre.
    Válganos ahora tu nombre.
    Ciegos y sordos, sabandijas, indignos,
    hemos derrochado la herencia.
    Haznos hombres;
    en nosotros ahora despierta.
    Desata estos nudos,
    Libertador, te pedimos gritando.
    Desde tu sombra infinita, Libertador,
    aparezca tu nombre.
    Estamos solos, escondidos, temblamos.

    Revienta la tierra y revive.
    Y mira: un tropel de gordos,
    ridículos diablos, invade
    ávidamente los territorios que hiciste.

    Aquí estamos, esperando en la noche.
    Naciones, hombres, mujeres.

    Y tú, México; patria, mi patria.

    Rubén Bonifaz Nuño, De "Canto llano a Simón Bolivar", 1958.

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