1) La canalla burguesa
2) El salvajismo goliardo
3) El anarquismo joaquinista
Los tres comparten el despecho por el mundo.
El burgués y el goliardo comparten el desprecio a los romanticismos y las promesas mesiánicas. El goliardo y el joaquinista comparten el despecho por el cinismo de la moral esquizofrénica: a los que Salinger llamaría phonies. El burgués y el joaquinista comparten el despecho por el "conformismo" goliárdico.
Pero el burgués no odia el mundo para perderlo, sino para ganarlo. No odia el mundo sino a la privación que los otros puedan hacer de su mundo. Odia el conformismo goliárdico pero no para destruir el mundo en la anarquía joaquinista, sino para conservarlo en su institucionalismo atemporal.
El joaquinista no odia el cinismo moral burgués para ceder a una tolerancia. El joaquinista desprecia el mundo hasta derruir sus estructuras encorsetantes, insoportables. El joaquinismo busca desenmascarar las superestructuras burguesas pero no para renovarlas intrínsecamente como el goliardo, sino para proceder a la instauración del reino eterno de la libertad.
El goliardo ríe. Baila, canta, con Eros en su mano derecha y Tánatos en su mano izquierda. El goliardo bebe y estudia. El goliardo no se vende a nadie y lo busca todo.
El burgués busca un camino estable y seguro. El joaquinista busca una vida de perfecta libertad. El goliardo busca una verdad personal. El burgués nomologa códigos. El joaquinista eleva augurios. El goliardo descifra teatros y espejos. El burgués soporta reyes. El goliardo quiere sabios. El joaquinista busca profetas. El burgués busca justicia. El joaquinista busca templanza. El goliardo busca prudencia.
Adivinad ahora, hijos de hombres, de quién sea Pamplona. Si de los burgueses, o de los goliardos, o de los joaquinistas. Aquí rezuma toda sabiduría.
Hombre, no sé si ahí rezume toda sabiduría, pero desde luego a mí me da gusto haber estado en el bando adecuado mientras me duró el placer...
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