Hoy en la redacción me tocó escribir un mini reportaje sobre una exposición de robots.
La expo que se está llevando a cabo en Japón se llama Robotech y resulta que este año giraba en torno a androides que hacen la vida más sencilla.
Uno de los ejemplos que ponía la nota era el pequeño Aist, un robot capaz de ayudar a hacer la compra y, ¡hasta sigue a su dueño a través de sensores!
Pues estos diseños están pensados para un nicho de mercado que cada año aumenta en Japón, los ancianos. Hace tres días se publicó que la población de este país es de las más longevas que hay en el mundo. De hecho, en el caso de las mujeres, tienen la mayor expectativa de vida de todo el planeta, calculando una media de 86 años. En el caso de los hombres, es más de diez años menor, pero va en ascenso, casi a los 80.
El Gobierno japonés estima que la tecnología de la Inteligencia Artificial especializada en asistir a las personas aumentará en los próximos 25 años y se invertirá en esta área un total de 4,9 billones de yenes, unos 43 mil millones de euros.
De verdad me impresiona lo que es capaz de conseguir la tecnología y, hasta me hace gracia pensar que en un futuro no demasiado lejano ya podremos tener a robotinas en nuestras vidas. Pero también me doy cuenta que no sólo se buscan nuevas formas de facilitar la vida, sino también modos de reemplazar a personas que ya no están naciendo y sin embargo, mientras más pasen los años, más se necesitarán con urgencia para poder cuidar de otros.